A diferencia de las carreteras de integración con Brasil, en las que el Estado ha tenido que realizar grandes inversiones (será 35% más caro que los US$1.000 millones previstos inicialmente), en el ferrocarril existe un consorcio privado que está dispuesto a correr con todos los gastos. Está integrado por la constructora italiana Impregilo, la operadora brasileña de vías férreas ALL (que opera la ruta que une el puerto de Santos con Alto Araguaya en Mato Grosso), y Ferrocarril Central. Según el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), ya aprobada por el Congreso la declaratoria de interés nacional del proyecto, debe reglamentarse la norma para que el consorcio inicie los estudios de impacto ambiental y de ingeniería. Una vez que se aprueben, se iniciarían las obras. En total, dentro de dos años empezaría la construcción de 1.500 kilómetros de vías en el lado peruano (que incluye un tramo que las conecte con el Ferrocarril Central, ver infografía), para lo cual se invertirán US$4.500 millones. Solo en cruzar el Río Ucayali, todo un reto de ingeniería, se invertirán US$1.500 millones.