Es halagador que el FMI haya decidido no supervisar al Perú de la manera como lo venía haciendo, básicamente ante los logros macroeconómicos alcanzados, lo exitoso del manejo de su deuda externa y de los instrumentos económicos. De concretarse esta medida, el Perú cambiaría su estatus después de 14 años en el entorno financiero internacional: pasaría de la condición de país observado a la que ostentan economías más desarrolladas.No obstante, la decisión del FMI no debería implicar desbandes, alteraciones o retrocesos en la política económica. Sería funesto despilfarrar lo alcanzado o recurrir a políticas populistas de triste recordación en nuestro país. Además, la función de supervisor externo, que ha mantenido el FMI, no debe perderse si bien de manera más aleatoria que la actual.Por lo tanto, es ahora más importante que nunca asegurar la autocorrección en el manejo fiscal , de tal manera que sería importante que se concrete lo antes posible la inic|iativa del MEF de mejorar la actual ley de transparencia fiscal, introduciendo sanciones para asegurar su cumplimiento. La estabilidad económica es un patrimonio de todos.