Era impostergable, por su enorme utilidad y su fin práctico, la puesta en marcha del cuarto Censo Nacional Económico (Cenec). Esta operación, que actualizará la información productiva, acción ilógicamente aplazada en el anterior gobierno, bien merece la prioridad debido al crecimiento ininterrumpido del PBI. Por extraño que suene, en los últimos 44 años apenas hemos tenido tres censos económicos (1964, 1974 y 1993-1994), cuando los estándares internacionales sugieren que la actualización de datos debe ser cada cinco o seis años. Ante la trascendencia y complejidad del trabajo, cabe hacer una invocación a los representantes de las microempresas, pequeñas, medianas y grandes empresas para que brinden las facilidades del caso y respondan al INEI. El tema reviste la máxima importancia para la planificación y ejecución de programas gubernamentales, así como para inversionistas privados. Este censo económico, de ser acertado, se convertirá en una nítida fotografía de nuestra realidad que nos permita avanzar con paso más seguro, sabiendo de dónde partimos y con qué norte mejor definido.