La importancia de la rendición de cuentas. Entre 2004 y 2007 los recursos del canon minero subieron de S/.346 millones a S/.3.868; un aumento jamás soñado de dinero fresco para invertir, que ha desbordado las arcas de muchos municipios pobres del Perú. Como ejemplo, en el 2007 la municipalidad distrital de Ilabaya en Tacna recibió S/.139 millones, la de Torata en Moquegua S/.64 millones, San Marcos en Áncash S/.211 millones, Baños del Inca y La Encañada en Cajamarca más de S/.40 millones cada cual, y Antauta, Ajoyani y Ñuñoa en Puno entre S/.4 y S/.6 millones cada una. En estas y otras localidades el canon es como un sueño hecho realidad; un mito transformado en oportunidad para salir de la pobreza. Sin embargo, hay al menos tres razones para temer que el sueño se vuelva pesadilla: (i) La brecha entre fondos disponibles y capacidad de gestión municipal para usarlos en inversiones de impacto local sostenible; (ii) la brecha entre las expectativas generadas en la población y su capacidad para hacer escuchar su voz y dialogar democráticamente con la autoridad edilicia; y (iii) la brecha entre el poder insospechado del alcalde y su escasa cultura democrática y de rendición de cuentas.