Para que un servicio público sea operativo y útil tendrá que estar basado definitivamente en un sistema administrativo meritocrático, porque con trabajadores ineficientes nunca tendremos el Estado moderno que hoy requerimos para el desarrollo. Por esta razón, resulta necesario aprobar, como bien lo ha propuesto el presidente Alan García, una ley de la carrera pública que afirme la evaluación permanente del personal y mida las metas y objetivos por alcanzarse. De no prosperar tal cambio, el Gobierno estará impedido de cumplir con el ambicioso objetivo de transformar el Estado. Lamentablemente, ahora existe una estabilidad tan absoluta como absurda que permite la continuidad en el cargo de un funcionario probadamente ineficiente o incluso cuando ha cometido actos delictivos. Desde docentes que carecen de una adecuada comprensión de lectura y, peor aún, acusados de abuso sexual, hasta policías y altos oficiales implicados en compras irregulares, que apenas son removidos a otras áreas de su institución pero no cesados. Ellos gozan de normas proteccionistas que los blindan de asumir las consecuencias por su mediocridad o sus actos reñidos con la ley. Es por todos conocido que en las entidades públicas los que más trabajan y rinden son los contratados, ¿por qué? Porque a ellos sí se les puede despedir. Del mismo modo, en la empresa privada aquel trabajador que no produce es separado y asume el puesto otra persona que está en condiciones de realizar una mejor labor. El mismo esquema debe ser aplicado en la administración pública, pero respetando siempre todos los beneficios y pagos que corresponden al servidor cesado. Resulta suicida para cualquier Estado hacer que su burocracia sea una casta intocable y encima que un sector parasitario chantajee con huelgas cada vez que hay un intento modernizador. El Estado, a través de herramientas como la ley de la carrera pública, tiene que estar en condiciones de depurar de sus filas a los malos elementos, y reclutar a servidores que sepan que su continuidad dependerá de un óptimo desempeño. Solo de esta manera el Estado podrá modernizarse.