La aprobación del préstamo -por parte del BID y del Eximbank- para financiar el proyecto de exportación del gas de Camisea -conocido también como Camisea II-, y la advertencia del Colegio de Ingenieros del Perú (CIP) de un insuficiente nivel de reservas, ponen en duda la convivencia entre el consumo interno y la exportación del gas natural. La tarea es difícil si se tiene en cuenta que en poco más de un año pasamos de usar un 7% de gas natural a 18%. A pesar que nuestras autoridades en coro insisten en que la meta del gobierno apunta a elevar a 35%, surge una nueva interrogante ¿Qué hacer para que la exportación no nos deje sin los beneficios del gas natural? Según el consultor en temas energéticos, Bruno Paulsen, para no perjudicar al mercado interno, la primera medida pasa por regresar los contratos a su estado original, con lo que se mantendría un horizonte de consumo en función a la evolución de este último.