Resulta oportuno y necesario el pedido de facultades legislativas que ha hecho el Poder Ejecutivo al Congreso, principalmente para completar el marco legal que exige la implementación del TLC con Estados Unidos.Se trata de un paquete de leyes eminentemente técnicas, cuya aprobación apura y no afecta en nada las prerrogativas fundamentales del Poder Legislativo. Sería, además, prácticamente imposible aprobar antes de julio del 2008 el complejo paquete normativo si se sigue el engorroso trámite parlamentario. En cualquier caso, posteriormente el Congreso podrá revisar lo que se apruebe.El telón de fondo de todo esto es el anuncio del largo receso parlamentario, que si bien puede ser la práctica acostumbrada en esta época del año, desentona totalmente con las urgencias del país. Si aprobar el TLC ha sido una empresa titánica, pues su implementación para dinamizar el flujo comercial entre el Perú y Estados Unidos es un objetivo igualmente arduo que exige dedicación a tiempo completo de todos los involucrados. Así, por más Comisión Permanente que quede en funciones, entrar en un receso parlamentario es una señal nefasta que agrede la motivación para avanzar que tiene hoy el país.Por ello, si el Congreso quiere dejar de ser el perro del hortelano en esta coyuntura histórica, no basta con dejar en funciones a la Comisión Permanente, de limitado ámbito de acción. Ya que se descarta la ampliación de la legislatura para tratar los asuntos relativos al TLC, que sería la señal de compromiso parlamentario que la ciudadanía reclama, pues solo queda como salida la delegación.A propósito, debemos enfatizar la gran responsabilidad de la bancada parlamentaria aprista, cuya falta de unidad ha sido evidente. El presidente García y el jefe del Gabinete, indiscutibles líderes del aprismo, tienen que poner orden en sus filas antes de convocar a la oposición para apoyar la delegación de facultades. El Perú está antes que cualquier rivalidad partidaria, interna o externa.