Las cartas están sobre la mesa: Por un lado, una gran mayoría de profesores está dejando de lado las anteojeras ideológicas y politiqueras de antaño para comprometerse con el cambio educativo. Pero, por otro lado, persiste un grupúsculo radical, de una facción violentista del Sutep, encabezada por Robert Huaynalaya, que, a contramarcha de la historia y del bienestar de los propios alumnos, se opone a cualquier iniciativa de mejora de la educación.Todo ello se evidenció en los últimos días cuando el Ministerio de Educación aplicó una importante evaluación censal que incluye pruebas de razonamiento matemático para proponer mejoras. Esta evaluación censal se cumplió en más de 28 mil colegios, pero no pudo aplicarse en unas 300 escuelas del interior debido a la oposición violenta de las huestes de Huaynalaya.¿Qué quiere Huaynalaya? ¿Qué maestros son estos que siguen dando prioridad a su agenda ideológica radical y confrontacional, sin importarles un rábano que los estudiantes peruanos estén a la zaga en el ránking mundial de razonamiento matemático y verbal? ¿O lo que no quieren es que se evidencie el ínfimo nivel de conocimiento de los alumnos, de lo cual los profesores son directamente responsables?Tal postura es inadmisible y tiene que ser denunciada, no solo ante la opinión pública y los padres de familia afectados directamente, sino también ante las instancias judiciales correspondientes.Es manifiesta aquí la intención de sabotear un programa nacional de gobierno que tiene una finalidad trascendental, pero también un delito de violencia y resistencia a la autoridad que no puede quedar impune.El Gobierno no puede titubear. Tiene que continuar con estas evaluaciones para acabar con la mediocridad de los docentes y el daño irreversible que se hace a los alumnos; asimismo, debe seguir actuando con firmeza para rechazar los intentos de chantaje y sabotaje de algunos desadaptados con disfraz de maestros.