Bolivia es un país entrampado, que marcha al despeñadero. En algo más de 30 días vence el plazo de la Asamblea Constituyente para elaborar la nueva Constitución, y todavía no ha logrado aprobar un solo artículo. Ni siquiera se puede reunir, porque la población de Sucre lo impide mientras no se acepte discutir la capitalidad para esa ciudad. Aunque se reuniera, las concepciones son irreconciliables. Se dice que Evo Morales podría alentar que la asamblea apruebe su texto ya no por mayoría calificada (2/3), sino por mayoría simple, para luego hacerla aprobar por referéndum. Pero eso equivaldría a una declaratoria de guerra a los departamentos del oriente, con Dios sabe qué consecuencias.