LA NEFASTA FALTA DE COMPETITIVIDAD
8 de noviembre de 2007

La disparidad entre las fortalezas y debilidades de la economía peruana, revelado por el reporte del World Economic Forum, es una sonora alerta de las endémicas deficiencias que arrastra el Estado ineficaz y que pone en grave riesgo --pese a las prometedoras cifras existentes-- un crecimiento económico sostenido en el tiempo.Con mayor razón ahora la reforma del Estado tiene que empezar a marchar de manera efectiva si queremos remontar la nefasta falta de competitividad en los registros internacionales.Es una paradoja cruel que con la cantidad de recursos públicos y la voluntad por abrirse a las concesiones, aparezcamos en infraestructura en el puesto 122 de un total de 131 países. El Gobierno tiene que retomar la dinámica para acelerar la inversión en este vital rubro para el desarrollo.Pero hay más contrastes que resultan perversamente irónicos. Por ejemplo, estamos entre los mejores en cuanto a protección al inversionista, control inflacionario y libertad de flujo de capitales, pero saltamos de pronto a una realidad tercermundista en infraestructura portuaria y sobrecostos asociados a la burocracia. Al respecto, ha llegado el momento de que el Ejecutivo y el Congreso eliminen la maraña legal que frena el desarrollo y la inventiva empresarial.Es también sintomático que dos de nuestros baldones --educación y puertos-- estén íntimamente asociados a gremios que han logrado montarse sobre las administraciones públicas: el Sutep y el sindicato de estibadores.Resulta penoso conocer que la calidad de la educación primaria es la peor del mundo. Lo paradójico es que en cobertura aparecemos en un decoroso puesto 35. El problema está, entonces, en el bajo nivel de los profesores. Con esta pavorosa cifra es imprescindible que el Gobierno pise fondo en la capacitación y evaluación docente, y no se duerma en sus laureles. Un país sin calidad educativa carece de futuro.