Aquella computadora portátil que abrazan como si fuera un conejo no los sacará de lo pobreza. Es bastante limitada y tiene poca capacidad de almacenamiento, pero es innegable que, a pesar de sus falencias, es una herramienta de aprendizaje para los niños del colegio integrado Apóstol Santiago del distrito de Arahuay, en Canta. Un pueblo escondido entre cerros rojos y amarillos que se encuentra a solo cuatro horas del centro de Lima y, sin embargo, presenta un elevado nivel de pobreza, olvido y retraso. Ahí, en Arahuay, casi 130 niños tienen ya una laptop. "Estamos aprendiendo más que antes. Ahora todo es diferente", dice, en clase, Zaida Wari Torres, de 10 años, y vuelve a su tarea: escribir un cuento en su computadora, corregir su ortografía en el programa Word, identificar las palabras que no entiende y encontrar su significado en el diccionario de la Real Academia Española, que se encuentra en una página web.