Nada devolverá la vida al teniente Héctor Zegarra Bernaola, asesinado por una gavilla de supuestos narcoterroristas que atacó el jueves último la comisaría de Ocobamba, en Apurímac, y que también dejó otros tres policías heridos. Sin embargo, lo que el Estado sí puede y debe hacer es frenar con dureza esta nueva arremetida criminal que hace mucho pretende convertir parte de la sierra y ceja de selva en una zona liberada para sus actividades ilegales.Lo sucedido exige una amplia y profunda evaluación por parte de las autoridades, pues pone en evidencia que los servicios de inteligencia no están funcionando. Según se sabe, hubo reportes previos que alertaban sobre la inminencia de un atentado en Ocobamba --reconocido distrito apurimeño de tránsito de la droga-- sobre todo después del importante decomiso de 82 kilos de pasta básica de cocaína que hizo la comisaría siniestrada. Es alarmante que, a pesar de ello, nadie haya hecho caso a los reiterados pedidos para reforzar la delegación, ni a las continuas amenazas. Peor aún, cuando los pobladores reconocen que los narcoterroristas deambulaban por la zona libremente.¿Qué revela todo esto? Pues la carencia de una estrategia para enfrentar la sanguinaria vinculación de los senderistas con las mafias del narcotráfico, a las que protegen como mercenarios a sueldo. No es casual que el narcotráfico florezca en esas zonas, ni que los terroristas obliguen a algunos pobladores a sembrar coca ilegal. Para ello se requieren recursos humanos capacitados. Incluso, no debería desestimarse la formación de fuerzas combinadas de élite, de la PNP y del Ejército, que puedan actuar en zonas inexpugnables donde se esconden huestes organizadas y armadas de Sendero Luminoso. La lucha contra el narcotráfico no puede darse el lujo de cometer errores. Preocupa, al respecto, el anuncio de que se enviaría a la zona 150 suboficiales de la PNP recién graduados, no capacitados para frenar a delincuentes armados hasta los dientes, con armas de largo alcance y hasta cohetes Instalaza.La lucha contra el narcoterrorismo no soporta más contramarchas ni dilaciones. El Gobierno ha hecho bien en legislar en materia de lavado de insumos, pero esto tiene que ser parte de una política integral que promueva los cultivos alternativos y desbarate, con firmeza e inteligencia, la lacra criminal del narcoterrorismo. (Edición sábado).