El triunfo, y al parecer en primera vuelta, de Cristina Fernández de Kirchner es inobjetable. Pero así como es destacable que sea la primera mujer elegida por el voto popular presidenta de Argentina, hay aspectos de su discurso que despiertan preocupación entre sus connacionales y también en la subregión latinoamericana.Así, por ejemplo, la amenaza del continuismo populista es patente. Se trata no solo de la esposa del presidente sino de una personalidad que ha apoyado continuamente las iniciativas controvertidas de Néstor Kirchner y su polémica vinculación con Hugo Chávez.Ahora bien, si el peso de la maquinaria peronista y kirchnerista influyó decisivamente en su elección, incluso manipulando recursos públicos, esto podría convertirse ahora en un pasivo, pues no podrá culpar a su antecesor de los graves problemas que hereda. Según los técnicos, hay una inflación contenida, que debe ser atacada con severas medidas de ordenamiento fiscal, así como un enorme déficit de seguridad ciudadana que demanda medidas urgentes.Según los conteos, el nuevo gobierno tendrá una cómoda mayoría congresal, pero igual está obligado a tender puentes con la oposición para reconciliar a un país dividido. Hay ciertamente urgencia de remontar la pobreza, pero también un gran clamor por consolidar la institucionalidad y respetar los derechos humanos y la libertad de prensa, afectados por el gobierno saliente.