En los últimos años, el crecimiento macroeconómico y la restauración democrática han traído consigo un notable incremento en los niveles de empleo y también una mayor conciencia de los derechos laborales y sindicales.Todo esto es muy saludable, pero siempre y cuando se mantenga dentro de los principios constitucionales de orden y respeto a la ley y los derechos de los demás, como ha recordado nuestro suplemento económico Día_1 en recientes entregas consecutivas.Claro que estamos en contra de ciertas políticas antisindicalistas de algunas empresas para despedir a líderes gremiales. Pero, con la misma energía recusamos el sindicalismo radical y desestabilizador, como el del Sutep y de algunos otros que siguen reclamando estabilidad laboral absoluta. Y, a su turno, la CGTP (Central General de Trabajadores del Perú ) insiste en un confrontacionista y polémico discurso en el que cabe todo y que respondería más a consignas politiqueras o ideológicas antes que a decisiones consensuadas de las bases.Lo que necesitamos hoy son sindicatos que promuevan el cambio dentro de las empresas, lo que pueda beneficiar a todos, a través de propuestas para mejorar la productividad, los procesos productivos y las condiciones de trabajo. Y, afortunadamente, esta tendencia se va afirmando, contra el radicalismo de algunos trasnochados, para dar paso a sindicatos modernos, que deben merecer el aliento y el apoyo de todos.Como lo señalamos en nuestras Propuestas para una Agenda de Gobierno 2006, tenemos que "propugnar que los sindicatos actúen exclusivamente en beneficio de los trabajadores y no de sus agrupaciones o tendencias políticas". Y para ello es preciso promover mecanismos para democratizar estas entidades, actualmente secuestradas por algunos caudillos politizados.