¿Cuántas veces tendrá que soportar el país el reiterativo y exasperante interrogatorio de algunas bancadas parlamentarias al ministro de Salud, Carlos Vallejos, quien se ha cansado de dar explicaciones sobre ciertos problemas e irregularidades en su sector y sobre las medidas correctivas para enfrentarlos?Los temas de la interpelación son serios, pero el ministro ha brindado información detallada sobre los mismos, ha separado a funcionarios y ha denunciado penalmente a los involucrados.Al Congreso le corresponde constitucionalmente fiscalizar la gestión gubernamental. Sin embargo, ello procede cuando hay razones objetivas, lo que no parece ser el caso. Quienes promueven la interpelación son los humalistas, más interesados en la confrontación y en contribuir al fracaso del Gobierno y en censurar ministros , sin reparar en el grave daño que se hace a la gobernabilidad y a todos los peruanos.En otro nivel, a diferencia de lo sucedido con el ministro Alva Castro, resulta sospechosa la actitud de algunos cuadros apristas, que dan la espalda a Vallejos. Y no solo por no pertenecer al ala dura aprista, sino, sobre todo, por su rechazo a maniobras clientelistas o de copamiento de un sector muy apetecido por ciertos sectores oficialistas.El Congreso, con una enorme agenda legislativa, no puede entretenerse en maniobras politiqueras, so riesgo de desestabilizar al país. Y, a su turno, el presidente y el jefe del Gabinete deben evaluar objetivamente la gestión de sus ministros y llamar al orden a los apristas que irresponsablemente ponen zancadillas a su propio Gobierno.