Nunca podremos reducir la pobreza de manera efectiva si no terminamos con los cuellos de botella de los programas sociales. Lo irónico es que hoy, más que en ninguna otra época, el Perú dispone de recursos suficientes para paliar la miseria y la pobreza extrema.Un informe de la Universidad del Pacífico señala que los problemas siguen siendo los de siempre: deficiente gestión y de gerencia, falta de sinergia en la ayuda social e insuficiente retroalimentación entre las diferentes iniciativas.Al programa Crecer, del actual gobierno, le falta aterrizar en la delimitación de responsabilidades y en la formulación de un plan de operaciones que establezca cronogramas y actividades en los segmentos desprotegidos, para lo cual necesita cuadros más capacitados. La situación de Juntos, programa del gobierno toledista, es mejor, aunque actualmente el Estado no está cumpliendo con construir escuelas y postas médicas. La diferencia la hace el programa Sembremos, a cargo de la esposa del presidente de la República, Pilar Nores. Funciona bien, al punto que ha sido reconocido como un modelo que el Estado debería seguir promoviendo cada vez más. Es necesario que el Gobierno tome en cuenta estos balances. De lo contrario, reducir la pobreza en el porcentaje previsto (del 44% al 30%) seguirá siendo una ilusión, cuyas consecuencias las seguirán pagando los más pobres, lo que sería una irresponsabilidad imperdonable.