LA DEBILIDAD DE FORSUR
15 de octubre de 2007

No hay duda de que el gobierno tiene la mejor intención de realizar una reconstrucción exitosa de las zonas devastadas por el terremoto en el sur chico, una tarea compleja para la cual se creó el Forsur. Tampoco hay duda de que Julio Favre y Pedro Pablo Kuczynski, al igual que José Chlimper y Henry Day -quienes renunciaron al directorio de Forsur antes de que también lo hiciera PPK la semana pasada- han demostrado habilidad profesional en sus empresas.Asimismo, la situación fiscal del gobierno no es, en el momento actual, una restricción relevante para financiar la parte que le corresponde al Estado en la reconstrucción.A pesar de todo, hoy que se cumplen dos meses de producido el terremoto del 15 de agosto, un recorrido por la zona del desastre -como el que han realizado este diario y varios otros medios- permite concluir que el balance de la gestión de Forsur no es satisfactorio.Nadie en su sano juicio podría esperar que en solo dos meses se hubiera logrado una reconstrucción acelerada debido al colapso que produjo el terremoto. El problema no es ese, pero sí el que la perspectiva futura del proceso sea incierta.Lo reflejan los escombros todavía acumulados en las zonas devastadas y, en la capital, el reciente fuego cruzado entre Kuczynski y Favre, con acusaciones de no escuchar a los miembros del directorio y de actuar con mezquindad, además de la proliferación de críticas a la organización del Forsur. Las autoridades locales no se quedan atrás en la grita.Si hay ganas, gente hábil y dinero para la reconstrucción, ¿qué explica, entonces, los problemas del Forsur? Una respuesta es que ahí no radica precisamente el obstáculo, sino en la capacidad del Estado peruano para organizarse con el fin de realizar tareas que deberían ser 'de rutina' en un país en el que los desastres naturales son parte inherente a su geografía.Sin un sector público moderno, lo cual demanda su reforma, la reconstrucción siempre será la otra cara del desastre. Mientras los damnificados esperan, el gobierno y la Confiep se juegan su prestigio en este proceso.