UN MES DESPUÉS DEL TERREMOTO DE PISCO
16 de septiembre de 2007

Un mes después de la tragedia del sur y ya definidos los equipos para la ciclópea tarea de reconstrucción, existen tareas apremiantes en varios frentes para normalizar la situación en ciudades traumatizadas por los efectos del terremoto.La reconstrucción no es solo la edificación de nuevas casas o infraestructura vial. Es también la atención sanitaria, educativa, alimentaria y psicológica a miles de peruanos. Este es el primer piso y luego, entendemos, entrará a tallar el fondo de reconstrucción del sur (Forsur), que debe afinar un plan integral y liderar un modelo de transformación eficaz para convertir Pisco en una ciudad modelo y levantar las otras localidades afectadas. Los avances debieran informarse a la nación mensualmente.La reanudación de clases escolares es otra de las urgencias en medio de tanta adversidad y la tarea inmediata del Ministerio de Educación es habilitar los espacios suficientes para que la cobertura educativa alcance a todos los alumnos de primaria y secundaria. Tanto los niños como sus padres deben salir de ese pasmo de contemplar las ruinas de sus casas para retomar sus actividades rutinarias. El desafío es que no pierdan el año escolar. Y si es necesario, pues que se extienda el período de clases hasta los meses de enero y febrero.En esta ardua misión de volver a la normalidad es interesante apreciar casi un centenar de maquinarias limpiando los escombros y desmontando de a pocos las terribles imágenes de destrucción y muerte provocadas el 15 de agosto pasado.Asimismo, hay que estar en guardia frente a eventuales emergencias sanitarias y poner especial énfasis en la atención de la salud mental de aquellos que más han sufrido o tenido pérdidas familiares.En cuanto a la distribución de la generosa ayuda, tanto del interior como del extranjero, todavía se evidencia fallas y vacíos que tienen que ser subsanados, de modo que la ayuda llegue prontamente a todos los damnificados.Finalmente, debe tomarse todas las previsiones para detectar y sancionar con severidad cualquier viso de corrupción, más repudiable en una situación tan crítica como la del terremoto. (Edición sábado).