No hay uno sino dos conflictos. El más obvio, con consulta popular para este domingo y corre corre del primer ministro y promotor de la minería Jorge del Castillo, se da entre las comunidades que rechazan el proyecto Río Blanco y la minera Majaz que tiene todo listo para explotarlo. Es un conflicto que los amigos de las mistificaciones --me excluyo-- viven cual choque de cosmovisiones: la romántica y pastoral, abocada a cultivar el agro y a empoderar la organización social que ha echado en él sus raíces, versus la mercantil y metálica, que supedita todo lo anterior a la rentabilidad de la actividad extractiva manejada centralistamente. Bronca terrible pues se sobreideologiza hasta volverse maniquea. Entonces, dos religiones se enfrentan: una sataniza a la minería por violar la santa armonía entre la naturaleza y la sociedad; la otra sataniza a la resistencia local como un obstáculo a un plan de desarrollo patrio que tiene a la inversión extranjera como objeto sagrado.