Entre las lecciones que nos ha dejado la catástrofe del sur, hay una vieja y conocida: más vale prevenir que lamentar. Se podría argumentar, con cierta certeza, que no hay manera de prever un terremoto, que ni siquiera en Japón, con toda la historia de movimientos telúricos que conocemos y el presupuesto y tecnología con los que cuenta, se puede predecir su ocurrencia sino con uno o dos segundos de antelación. No obstante, si bien un sismo no puede ser previsto, es perfectamente posible determinar las zona de riesgo. Prueba de ello es que Rímac Seguros, la compañía que tiene asegurada la carretera Pucusana-Ica, sí tenía contemplado el riesgo por desastre natural cuando expidió la póliza respectiva. Se sabía que era una zona de riesgo.El gerente de Riesgos de Rímac, Max de Freitas Urrunaga, explica que, por reglamento, todo bien del Estado objeto de una concesión debe ser asegurado, con cargo al concesionario, por el plazo de la misma. En el caso de la mencionada carretera al sur, el monto asegurado bordea los US$15 millones, lo que significa que a Covi Perú, la empresa concesionaria, le costaría US$7.500 al año aproximadamente, con un monto deducible máximo de US$350.000, una cifra relativamente baja si se tiene en cuenta que incluye todos los puentes, túneles, señalización y hasta la pintura de la pista. En buena hora.