Las evidencias pudieron más y, finalmente, el Gobierno ha entendido que nunca podrá reducir la pobreza en el país si no mejora la aplicación de sus programas sociales e impide esas filtraciones, suplantaciones y duplicidades que ocasionan que el Estado llegue solo al 30% de los pobres.El sistema actual es vil, injusto e inadmisible. Y es que 15% de las familias beneficiadas por los programas sociales recibe doble ayuda, mientras que otro 15% realmente no la necesita. Habría que preguntarse cómo se focalizaron esos aportes: ¿iniciativa o descuido de burócratas negligentes o motivaciones políticas y partidarias? Ante esto una saludable rectificación es que la página web de Crecer unifique el actual registro de los beneficiarios de todos los planes sociales, para que el 70% de los pobres --que aún sigue siendo pobre-- perciba efectivamente una ayuda concreta de la caja fiscal. Otra medida es que la anunciada fusión de los programas vaya acompañada por una eficiente gerencia de los recursos disponibles. Nada hacemos con fusionar o mejorar la inscripción de las familias si los funcionarios encargados no son competentes, sino elegidos a dedo por recomendaciones o partidarismo, en lugar de ser seleccionados escrupulosamente y con base en criterios eminentemente técnicos y profesionales.Es indispensable que el Gobierno cumpla con su compromiso de hacer un seguimiento efectivo de la ayuda social, mediante una evaluación estricta de los programas según el logro de sus objetivos. Sería nefasto seguir manteniendo planes dispersos, a cargo de entidades diferentes, que solo elevan los gastos administrativos.