En el 2005 los países desarrollados suscribieron en la ciudad japonesa de Kioto un protocolo por el cual promoverían el uso de energía limpia (eólica, hidroeléctrica, a gas natural, etc.) que permita desplazar la energía generada con combustibles altamente contaminantes, como el petróleo y el carbón (grandes generadores de dióxido de carbono, CO2). La necesidad de esta acción respondía primordialmente a que estos productos son los culpables del cambio de temperatura y del efecto invernadero que sufre el planeta. En ese sentido, se acordó que en los países en vías de desarrollo había que desalentar su uso. Y para ello se creó el mecanismo de desarrollo limpio (MDL), que obliga a los países desarrollados a comprar bonos de carbono. La idea es garantizar el reemplazo de energía contaminante (medida en toneladas de carbono) por energía limpia en países como el Perú. Muchas empresas en el país están apuntando a este mecanismo para recuperar parte de la inversión que vienen desarrollando en sus proyectos energéticos. Según el Fondo Nacional del Ambiente (Fonam), organismo que apoya y fomenta la utilización del MDL, hasta el momento existen 71 proyectos energéticos que supondrán una inversión cercana a los US$3.000 millones en los próximos cinco años. Estas empresas pretenden acceder al sistema vendiendo, en teoría, la energía limpia que producirán una vez que sus proyectos estén operativos.