Tras las arduas confrontaciones que trajo consigo el proceso para elegir la nueva Mesa Directiva, hay que destacar la voluntad de apertura y concertación del flamante presidente del Congreso, Luis Gonzales Posada. Eso es justamente lo que se necesita ahora para restañar heridas y dedicarse a dos tareas monumentales e interrelacionadas: retomar la agenda legislativa pendiente y reconciliar a este poder del Estado con la ciudadanía.Antes que nada, hay que ponderar positivamente la gestión de Mercedes Cabanillas, que supo imponer autoridad, impulsar la modernización del Parlamento y sacar adelante algunas leyes importantes, como las de carrera pública magisterial. En el lado negativo, en lo que deben asumir responsabilidad todas las bancadas, debemos mencionar las maniobras otoronguistas y de repartija de poder, por ejemplo en los casos de la elección de miembros del Tribunal Constitucional y en la dispar actuación para levantar la inmunidad a parlamentarios denunciados por graves actos delictivos. La congresista Elsa Canchaya fue suspendida, mientras Tula Benites, del oficialismo, sigue en su curul merced a cuestionables maniobras dilatorias. En cuanto a la formación de la nueva mesa, hubiera sido mejor mantener el grado de pluripartidismo de la saliente, precisamente para evitar las controvertidas y sombrías negociaciones tras bambalinas que se dieron estos días para asegurar votos hacia una u otra lista. Pero, terminado dicho trance, la mesa que encabeza el oficialismo tiene que responder a sus promesas de garantizar la gobernabilidad y coordinar mejor con los otros poderes. Por lo pronto, es importante el llamado a los presidentes regionales y los alcaldes para que concurran a las sesiones del Parlamento para coordinar los proyectos que demandan sus jurisdicciones. Otro asunto trascendental es consolidar las reformas constitucionales pendientes, sobre todo las del Poder Judicial, del sistema electoral, el retorno a la bicameralidad y otras modificaciones concernientes a la transparencia y democratización de los partidos políticos. Otra reforma pendiente es la del Estado y el blindaje constitucional de los organismos reguladores. Igualmente, este Congreso tiene que desterrar la tentación populista y radical de ciertos sectores que pretenden el retorno a la obsoleta estabilidad laboral. Preocupa al respecto el apoyo que en el pasado reciente mostró el nuevo vicepresidente Aldo Estrada a estas iniciativas absurdas.Este segundo año de gestión gubernamental el Congreso debe, pues, asumir su corresponsabilidad en la consolidación institucional, económica y social del país, para lo cual debe redoblar esfuerzos para recuperar credibilidad. Al respecto, serían buenas señales aplicar la misma vara a todos los casos pendientes de levantamiento de inmunidad, aprobar las normas complementarias del TLC, sobre todo en aspectos laborales, y hacer de la transparencia la norma y no la excepción, en lo que la página web debe ser la vía prioritaria.La bancada oficialista está llamada a convocar a los otros sectores parlamentarios afines con la actual política económica y social, en lugar de repetir esos virajes bruscos y coqueteos con sectores recalcitrantes para aprobar normas populistas o ejecutar maniobras grotescas como la malhadada y luego anulada elección de magistrados del TC. La pauta de la gestión de la nueva mesa directiva debe ser lograr acuerdos pero con el máximo consenso partidario y que respondan al interés nacional, lo que obliga a la oposición a actuar con madurez y generosidad. De por medio está no solo recuperar el prestigio del Congreso y la clase política, sino la urgencia de defender y consolidar la institucionalidad democrática ante la radical arremetida desestabilizadora de sus enemigos, como hemos visto en las últimas semanas.