La disminución del índice de la pobreza en la costa urbana del país es una buena noticia. La mala es que en general las zonas rurales siguen siendo las más pauperizadas.Así pues, estas nuevas cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática reiteran la urgencia de reorientar el gasto y la inversión pública hacia la lucha contra la miseria. Tal es la prioridad del Gobierno si su objetivo es reducir la pobreza en 2 puntos porcentuales por año. Y es que la realidad actual es clamorosa, sobre todo en las zonas rurales, donde el 69,3% de los hogares son pobres o pobres extremos.Históricamente, nuestro país ha sido testigo de los 'milagros' que se pueden operar en nombre de la estadística. El gobierno de Alan García tiene la oportunidad de ir más allá de las cifras y darle un rostro humano a la economía, sin que ello implique retrocesos hacia el populismo, el puro asistencialismo o el despilfarro.¿Cómo se logra esto? En principio, revalorando las políticas de desarrollo rural que, como señalamos en nuestras Propuestas para una Agenda de Gobierno 2006, deben empezar por aplicar estrategias agrarias orientadas a mejorar los aspectos técnico-productivos del campo, el manejo de cuencas y el uso adecuado de aguas. Luego, hay que entender la peculiar realidad económica, social y cultural de las sociedades rurales, que deben ser incluidas en el proceso productivo a través de Sierra Exportadora, de mejor coordinación con los gobiernos regionales, y de la provisión de recursos, técnicas y facilitadores de proyectos viables de desarrollo. El gasto focalizado, que el ministro de Economía se ha comprometido a afinar y llevar a la práctica, implica además continuar apostando por programas sociales unificados que eviten la duplicación de esfuerzos y recursos. Y, adicionalmente hay que invertir en infraestructura (caminos, electrificación, telecomunicaciones, agua potable y saneamiento público); y por supuesto en educación, salud y nutrición, actualmente con índices indignantes. Descentralización e inclusión no pueden ser palabras huecas. Hay que trabajar para cambiar la realidad del mundo rural, en Huancavelica, Ayacucho, Puno, etc. Es una causa nacional que debemos abordar ya, no solo por equidad y justicia, sino también para evitar el aprovechamiento politiquero que algunos radicales y desestabilizadores pretenden hacer de esta situación. (Edición sábado).