El Gobierno quiere escapar del clima de presión social que vive el país con medidas de corte efectista y hasta cierto punto populista. Al menos eso perciben los analistas económicos luego de evaluar los recientes anuncios del Ejecutivo -confirmados ayer por el presidente Alan García-, como la eliminación de aranceles a la importación de harina de trigo (para evitar el alza del pan) y a la de fertilizantes, así como el mayor énfasis que pondrá el Gobierno en la subvención de los combustibles de uso masivo (gasolinas de 84 y 90 octanos, diésel y kerosene).Precisamente ayer, el primer mandatario afirmó que la eliminación de aranceles es una prueba del compromiso del Gobierno con los sectores populares, que son los más perjudicados con el incremento del precio internacional de dichos productos.Sus comentarios, no obstante, causaron resquemores acerca de medidas controlistas. Dijo, por ejemplo, que los industriales panificadores ya no tendrán argumento para aumentar sus precios o especular. Como se sabe, este sector es de libre competencia, por lo que los productores pueden poner el precio que mejor les parezca. García agregó que el país consume pan y fideos elaborados mayormente con trigo importado, y remarcó que los precios de este producto, así como el del petróleo, no dependen del Gobierno sino de los países y empresas más poderosas. El economista Pablo Secada consideró que intervenir en los precios es, por definición, una medida populista, aunque agregó que "los anuncios del Gobierno no implican necesariamente un giro en la política económica, sino decisiones que buscan bajar la presión social". Sin embargo, sostuvo que el Ejecutivo actúa de manera incorrecta al tratar de subsidiar a todos en lugar de concentrarse en los más pobres.