Rechazamos la soberbia e insolencia que se permite el autócrata venezolano Hugo Chávez al comentar la apertura en Puno de una oficina de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), su caballito de batalla para expandir su proyecto ideológico y personalista. Ha dicho el ex coronel golpista que eso "es algo meramente simbólico", pero a continuación ha agregado el adverbio "todavía". ¿Qué quiere decir? Ante esto tenemos derecho a la suspicacia y a estar prevenidos.Efectivamente, en medio de una ola de protestas sociales y políticas que perturban la realidad política y social del país, los peruanos tenemos que ser sumamente cautelosos con cualquier denuncia de injerencia extranjera que pudiera alimentar esa ola desestabilizadora. Respetos guardan respetos. No podemos ser ingenuos cuando sabemos que el ALBA es un caballo de Troya para desarrollar el absurdo proyecto hegemonista de Chávez en América Latina, cuya doctrina cambia de acuerdo con su humor y sus caprichos. Y su existencia solo es justificable por los petrodólares venezolanos y por la pobreza y poca dignidad de algunos gobernantes latinoamericanos.La interpretación de nuestro jefe del Gabinete, Jorge del Castillo, es que el ALBA en el Perú no es algo "simbólico", sino una vía de injerencia en asuntos internos con la intención de entrar a toda la nación andina, como lo hizo en Nicaragua. Esto es intolerable y debe merecer otras acciones del Gobierno, tanto en el ámbito diplomático cuanto para aplicar la ley y exigir información sobre los fondos que recibe esa oficina en nuestro país. Hay que investigar a fondo esta injerencia chavista y ordenar su desactivación.