El Sutep está en abierta lucha contra la ansiada reforma educativa. Su huelga indefinida y violentista ya no es por mejoras salariales sino por preservar la condición de inamovibles de malos profesores. Por eso declaran la guerra a una ley de la carrera magisterial, que con sus altas y bajas forzadas por la repartija política fue aprobada ayer en primera votación. Para este sindicato, fraccionado entre Patria Roja y un grupo filosenderista, el concepto de la meritocracia es inaceptable."No nos oponemos a la evaluación sino a que sea usada para flexibilizar la estabilidad y despedir a trabajadores" ha afirmado contradictoriamente Luis Muñoz, secretario general del Sutep. Por supuesto que la continuidad del maestro debe depender de su vocación y capacidad. ¿O acaso se puede delegar a un probado incompetente la educación de los niños? Pero igual, para el Sutep esto es una espada de Damocles que pende sobre los maestros.Incluso, la norma resulta bastante concesiva y tímida en esta materia. A la primera desaprobación, el profesor debe seguir una capacitación para pasar una segunda prueba; y si nuevamente fracasa tiene una tercera opción que de ser negativa recién redundaría en su destitución. El problema es que así podrían pasar hasta seis años, tiempo en el que saldrían promociones escolares con pésima calidad educativa. El sistema es, pues, absurdo por permisivo y deberá corregirse en la segunda votación congresal.Pero este sistema de evaluaciones y capacitaciones no afectará al total de los 320 mil maestros, sino a quienes estén negados para el aprendizaje. La esencia de la carrera magisterial, inspirada por esta ley en ciernes, que tiene un respaldo presupuestal de 1.380 millones de soles, es identificar a los buenos profesores y valorar su trabajo a través de mejores remuneraciones.Lo importante, sin embargo, es que se ha dado un primer paso, si bien tibio en la dirección correcta: la del orden y la mejora de la educación peruana. El Sutep tiene que entender que su política sobreprotectora es rechazada por la ciudadanía, por lo que debe cambiar o dar cabida a otra dirigencia. El Perú no tiene por qué padecer las iniquidades de un sindicato al que pareciera no importarle que el desarrollo de un país empieza por la educación y que no hay peor segregación que la que impide a los peruanos iguales posibilidades de desarrollo por falta de acceso a una educación de calidad. (Edición sábado).