Es censurable cómo algunos presidentes regionales como los de Puno y Arequipa siguen actuando como incendiarios y demagogos, soliviantando a la población, en lugar de comportarse como autoridades y convertirse en los principales gestores del desarrollo de sus jurisdicciones.Es evidente que hay muchos asuntos pendientes, embalsados por décadas en las regiones y que incluso pueden explicar demandas vehementes. Pero eso no implica que la autoridad recurra a bloquear carreteras y, peor aun, a utilizar maquinarias y otros recursos públicos para fines violentos, que son delitos punibles.En el caso de la carretera Interoceánica, por ejemplo, cuán positivo hubiera sido que los presidentes regionales acudieran al Gobierno Central para dialogar y exigir la licitación de la Vía Interoceánica del Sur. ¿Era necesario realizar un bloqueo que, entre otros excesos, le pudo costar caro a un grupo de periodistas que fueron apedreados por los huelguistas? Hay que poner fin a tamaño papelón de realizar paros y huelgas para presionar al Gobierno Central, lo que solo sirve para sus agendas caudillistas regionales y ahondar el subdesarrollo. (Edición sábado).
- [El Comercio,Pág. A 4] /