Los buenos precios de los metales permitieron que el año pasado la minera Doe Run Perú (DRP) obtuviera utilidades por US$150 millones. Según el arzobispo de Huancayo, Pedro Barreto, este monto --que no estaba en los planes de la empresa-- permitiría adelantar las inversiones para mejorar la crítica situación ambiental de La Oroya, de la cual el complejo metalúrgico de DRP es el principal responsable.Barreto no está solo. Con un grupo de líderes religiosos de diferentes confesiones en el Perú (católica, luterana y evangélica), se ha dado la tarea de pedirles a la empresa y a sus propietarios asumir una responsabilidad ética ante el problema de La Oroya. Este impulso los ha llevado incluso a tocar puertas en Estados Unidos.