La elección de los cuatro magistrados del Tribunal Constitucional (TC) cobró ayer un nuevo matiz de sorpresa luego de que algunos miembros de la comisión evaluadora admitieran públicamente que no se consignó un consolidado de los puntajes con que calificaron a cada candidato en las entrevistas personales. Es decir, se eligió apuradamente a los magistrados con un ánimo subjetivo, sin comparar los resultados y --lo que es peor-- sin transparentar un orden de mérito básico. La omisión es grave si se toma en cuenta que la entrevista personal valía 60%, mientras que la información curricular pesó 40%. Cada integrante de la comisión llevó el registro de sus propias evaluaciones, pero nunca pudo contrastarlas con las del resto. Trascendió, por ejemplo, que en la evaluación de Aurelio Pastor, el primer lugar lo comparten Carlos Ramos, Ernesto Blume Fortini y Gerardo Eto (todos con 57% en la tabla del congresista del Apra).