Como ya lo habíamos advertido desde aquí reiteradamente, esta comedia de confabulaciones politiqueras y de equivocaciones tenía que llevar a un desastroso final.En efecto, el país rechaza la temeraria irresponsabilidad del Congreso que el miércoles pasado, con su presidenta Mercedes Cabanillas a la cabeza, procedió sorpresivamente a elegir en bloque, sin debate previo y sin conocer los perfiles de los candidatos, a los nuevos miembros del Tribunal Constitucional. Todo ello pone de manifiesto causales de nulidad en un proceso que estaría viciado desde el inicio y que reclama una solución inmediata y otra de mediano plazo. El detonante fue la revelación de que uno de los seleccionados para ocupar una plaza en el Tribunal Constitucional, Javier Ríos Castillo, se había reunido un día antes con el prontuariado ex secretario general aprista, Agustín Mantilla, y con uno de los operadores de Vladimiro Montesinos, Óscar López Meneses, lo que lo descalifica para ocupar la alta magistratura.¿Por qué tanta prisa de la presidenta de la Mesa Directiva, Mercedes Cabanillas, para introducir súbitamente el tema al debate y exigir que se votara de inmediato? ¿Qué pasó con el presidente de la comisión evaluadora, Aurelio Pastor, que en los días previos hizo oídos sordos a los reiterados pedidos de transparencia y evitó a toda costa que se pusiera en la página web las hojas de vida de los candidatos al Tribunal Constitucional? ¿Por qué se insistió en votar en bloque cuando lo más propio de estas votaciones es que se vote uno por uno? ¿Quién o cuál grupo patrocinaba al controvertido Ríos? ¿Cómo, y desde qué sectores, se permite la intromisión del montesinismo en el quehacer parlamentario y en otras esferas del poder político? ¿Qué hay tras bambalinas?Lo peor de todo es que, con poca vergüenza y escasa hidalguía, estas preguntas han quedado hasta ahora sin respuesta por parte de los principales involucrados y responsables de estas tropelías, que pretenden seguir burlándose de sus electores. Ahora nadie sabe nada de nada y, para muchos, sería un incidente más que debe cerrarse rápidamente con una junta de portavoces. ¡Así no es, señores congresistas! ¿Es esta la forma de recuperar idoneidad, peso institucional y prestigio parlamentario? ¿Cómo piensan reparar esta afrenta a la institucionalidad? Tranquiliza, por ahora, que la presidenta del Congreso haya señalado que el lunes, con la cabeza menos caliente, se podrá analizar mejores soluciones.Para empezar, debe declararse la nulidad no solo de la votación en bloque, sino de todo el proceso de selección en sí, para convocar a uno nuevo. Sería realmente intolerable mantener la actual 'solución parche', que solo apunta a reemplazar a Ríos por cualquier otro candidato elegido debajo de la mesa. Si contra viento y marea se eligió en bloque, lo más lógico es que se deshaga el proceso en bloque.Y, desde otra perspectiva, por respeto al Tribunal Constitucional y al país, lo más adecuado es que se convoque nuevamente la presencia de los más destacados juristas, de probada trayectoria democrática, para el nuevo proceso que debe durar el tiempo que sea necesario, sin prisa y sin pausa, y que al final debe llevar a una votación impecable para elegir uno por uno a los nuevos miembros del Tribunal Constitucional.Y, en vista de lo sucedido en estas últimas semanas, a mediano plazo tendría que pensarse en una modificación constitucional del sistema de elección actual de magistrados del Tribunal Constitucional, probadamente politizado y en demasía, para en el futuro hacer prevalecer el criterio técnico, en lo que podría permitirse la intervención de un organismo del corte del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM).Dicho esto, insistimos en que las responsabilidades por la crisis actual tienen que ser deslindadas. Por lo pronto, el comportamiento errático de Cabanillas la inhabilita para postular a la reelección a la Mesa Directiva. Y es que, luego de esta deleznable jugarreta política, no tiene el liderazgo ético para seguir encabezando el primer poder del Estado. Más aún, cuando es inminente el debate de trascendentales leyes, como la de Trabajo, y otros cambios y reformas constitucionales, se necesita una conducción del Congreso no solo eficaz para generar consensos democráticos, sino firme para recuperar su prestigio, hacer cumplir los reglamentos y anteponer el interés nacional y la estabilidad institucional de la nación antes que cualquier interés de trastienda partidaria.Recordemos que en el último proceso electoral, El Comercio hizo públicas sus discrepancias con el Apra, precisamente por las dudas respecto de que este partido, de llegar al Gobierno, podría dar prioridad a los intereses político-partidarios antes que a los del país. Lo sucedido ahora nos da la razón y esperamos una pronta y sana rectificación.(A propósito, la intervención de Mantilla en esta ingrata coyuntura demostraría dos cosas: que sigue siendo el operador en la sombra de un ala del aprismo; y que los líderes del pa