Estamos viendo, y de qué manera, los beneficios que traería al país un TLC con la Unión Europea. Como ha informado nuestro Diario solo en los primeros cuatro meses de este año las exportaciones peruanas a la UE aumentaron en un 21,7%, el porcentaje más alto alcanzado por un país del bloque andino. El escenario es, pues, sumamente alentador y se estima que a fines del 2007 las exportaciones hacia los países europeos podrían llegar a los US$ 4.000 millones.Por ello, ante tan esperanzador futuro, bien cabe reflexionar sobre cuánto puede ganar y perder el Perú si la Comunidad Andina mantiene el esquema actual de ente político y económico. Y es que ante la evidente incompatibilidad entre los socios, resulta utópico pensar que el Perú podrá llegar a acuerdos comerciales, como el TLC con la UE, de la mano con países como Bolivia y eventualmente hasta con Ecuador, que han hecho públicas sus discrepancias ideológicas con el modelo.Esto ha quedado bastante claro la semana pasada, cuando, ante la amenaza del Perú de retirarse de la CAN, Ecuador y, sobre todo, Bolivia dejaron de lado sus resquemores, desentramparon momentáneamente la crisis suscitada y acordaron ir juntos a la negociación con la UE. Sin embargo, a pesar del cambio de opinión de Bolivia y Ecuador, la pregunta que subsiste es cuánto más esfuerzo y tiempo nos tomará continuar aliados con socios que irán, sin duda, poniendo todo tipo de piedras en el camino y planteando exigencias absurdas. ¿Nos hemos olvidado acaso del inicio de las negociaciones del TLC con EE.UU.? Empezamos los mismos cuatro países y, a la fecha, pareciese que solo el Perú y Colombia estarían firmándolo. ¿Podemos darnos el lujo de perder aun más tiempo con socios remolones que nos exigirán las ya largas negociaciones para firmar un TLC con la UE?La crisis existencial de la CAN debe resolverse por el bien de la región y de los países miembros. Lo sucedido la semana pasada ha ratificado lo que El Comercio viene sustentando desde hace años: que este foro subregional debe ser eminentemente político, donde se discutan cuestiones de geopolítica, estabilidad democrática e interrelación política con los demás bloques. Y en ello debe quedar. En lo comercial, en cambio, el corsé económico al que nos obligan las profundas divergencias de esquema macroeconómico con Bolivia y Ecuador hace inviable continuar en el mismo barco. Las negociaciones bilaterales han demostrado ser inmensamente más ventajosas y son estas las que, finalmente, deben prevalecer sobre todo intento de hipoteca a la parálisis. Y el que lo dude, que analice el caso de Chile, que se liberó de la atadura del Pacto Andino hace casi tres décadas y tuvo así vía libre para iniciar su desarrollo.