COMBUSTIBLES Y PARADOJAS DEL MERCADO
4 de junio de 2007

Virtualmente, la totalidad de los combustibles (gasolinas y diésel) que utilizamos los peruanos proviene de la costa del Golfo de México, donde son embarcados en inmensos y poderosos buques-tanque (con costos de flete sumamente altos). Luego, cruzan el canal de Panamá pagando disciplinadamente fuertes peajes y recorren las kilométricas costas de Colombia y Ecuador para llegar finalmente hasta Talara o el Callao, donde son desembarcados y quedan listos para venderse a los grifos.¿Notó que dijimos virtualmente? Pues sí. Este no es el recorrido ni el proceso real: es el modelo que usa el Osinergmin para definir cuál es el precio de referencia bajo el cual las refinerías deben vender los combustibles al mercado local, tomando los costos de una importación eficiente del crudo desde Estados Unidos.Lo cierto es que las refinerías (Petro-Perú y La Pampilla) compran petróleo en Ecuador, Brasil, Venezuela o, incluso, Talara, no en la costa de México; compran crudo, no combustibles refinados; y el flete que pagan no se calcula desde el golfo mexicano, sino desde Ecuador (para la compra del crudo de Talara el flete es cero).Entonces, si nada de esto se cumple, ¿por qué los consumidores peruanos tienen que pagar por combustibles atados a los precios de las gasolinas y el diésel de la costa de México y por qué cada vez que hay un estornudo en el mercado mundial nos resfriamos? Esta es la primera paradoja en el negocio de los combustibles.