La noticia de la renuncia de miembros del Consejo Directivo de Osiptel echa luz sobre un tema de interés para todos nosotros, por varias razones. ¿Cómo así? Toda vez que Telefónica tiene el monopolio de la telefonía fija y no hay competencia de precios, a Osiptel le toca determinar las tarifas que puede cobrar esa empresa, para lo cual determina el factor de productividad, en base al cual se hacen los cálculos correspondientes. Justo estamos en la etapa en que al Consejo Directivo de Osiptel le toca fijar ese factor y había trascendido que se inclinarían por formas más drásticas para medir la reducción de tarifas. Como ciudadanos lo que nos interesa es que el actuar del Estado sea predecible. De hecho, esperemos que así sea.Lo que ocurre es que en ese contexto se da la renuncia. ¿Por qué? Ha trascendido que se fundamenta en la publicación, el sábado pasado, de un secreto supremo que le quita al directorio la potestad de nombrar y remover al gerente general, sometiendo esa decisión exclusivamente a potestad del presidente de Osiptel, con lo cual para todos los temas administrativos y de "mandatos" (como se llama en Osiptel cada vez que la entidad tiene que resolver problemas entre dos operadores) el consejo directivo estaría solo de 'vitrina' pero sin injerencia concreta. Desde una perspectiva institucional resulta entendible la renuncia de quienes han venido gestionando Osiptel de manera colegiada los últimos años. Esto, que parecería un tema meramente reglamentario, tiene grandes consecuencias para la gestión de un organismo regulador ya maduro.Un cambio de esta magnitud, como el promovido por el decreto supremo, no es una simple readecuación de funciones o personas sino que refleja un cambio de visión. Los cambios son parte del proceso político y de la vida humana, pero como nuestra propia naturaleza nos lo recuerda a diario, para ser sostenibles deben ser evoluciones más que revoluciones. La manera en que un cambio se hace sostenible en las organizaciones públicas es a través de la comunicación y no solo del decreto, es mediante la generación de consensos mínimos y no solo de nuevas reglas, es enmarcándose dentro de procesos existentes, persuadiendo, ganando así en legitimidad. Este decreto preocupa porque podría estar sentando las bases para afectar el tecnicismo y autonomía de los tribunales colegiados de Osiptel que hoy cuentan con credibilidad e institucionalidad. El reto está en desarrollar lo que ya tenemos mas no en sacar decretos de la noche a la mañana, parchando aquí y allá sin explicaciones. Toca discutir lo que falta, permitiendo que todos anticipemos lo que viene y que, más allá de nuestras discrepancias, sepamos en qué terreno movernos. No está mal querer cambiar las cosas, pero cuidemos cómo se lleva a cabo, señala Beatriz Boza.