La autocrítica del presidente Alan García sobre la baja velocidad de crecimiento económico es positiva, en cuanto expresaría la preocupación por ser consecuente con las promesas electorales y con la responsabilidad de un gobierno democrático e inclusivo.Ahora, el paso esperado es el análisis profundo de las causas del problema y las alternativas de solución. No le falta razón al presidente cuando alude a la inercia de ciertos marcos reglamentaristas y a las trabas burocráticas, que dificultan la inversión pública. Sin embargo, eso no es todo. El mea culpa tiene que llevar a reconocer el grave problema de gestión, debido sobre todo a la escasez de gerentes y cuadros técnicos de primer nivel, que deben ser seleccionados con base en su trayectoria profesional y remunerados a la par que lo hace el sector privado. Lo peor, como se ha visto, es llenar plazas simplemente por clientelismo político, mirando solo a las canteras del Apra. Hay que resistir las presiones del partido.Luego, debe buscarse gerentes y técnicos de primera línea, remunerarlos mejor y fijar índices de gestión para cada sector, con objetivos y plazos concreto. Eso es justo lo que no se ha hecho en estos primeros meses. Lo que ha pasado era, pues, previsible. Otro tema vinculado es la mala interacción con los gobiernos regionales y municipales, que también tienen que asumir su responsabilidad. Está bien que el poder central transfiera funciones y recursos, dentro del proceso de descentralización. Pero, las cosas no pueden quedar allí, sino que debe afinarse las bisagras de coordinación, formar cuadros que elaboren proyectos y encontrar el justo medio para dinamizar la inversión regional, aunque manteniendo ciertos controles, para lo cual se está modificando las reglas del Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP).A propósito, el Gobierno no puede perder de vista que el desarrollo de una nación se basa en el fomento de la inversión privada. La autocrítica presidencial debe servir entonces para retomar los procesos de concesiones, sobre todo para proyectos de infraestructura vial y saneamiento. Y, antes de hacer anuncios debe tenerse la certeza de que hay un proyecto factible. Por ejemplo, más de una vez se ha anunciado la reforma de los programas sociales, para unificarlos, ahorrar costos burocráticos y hacerlos más eficientes, pero sin el debido correlato práctico. ¿Por qué? ¿Quién induce a estos yerros al mandatario?Este Gobierno, como pocas veces en la historia, encontró una caja fiscal saneada y una situación económica estable, lo cual le permitió lanzar el 'shock' de inversiones. Pero para que todo empiece a funcionar a la velocidad deseada deben tomarse todas las previsiones para usar esos recursos de modo eficiente y responsable.