NO MÁS DESAFÍOS DEL MINISTRO SALAZAR
18 de mayo de 2007

Este Gobierno tiene que evaluar seriamente la continuidad en el Gabinete de un ministro como el de Agricultura, José Salazar, que persiste, desafiantemente, en entrometerse en asuntos de alta decisión gubernamental, como el de la política antidrogas.Cuando el país demanda una política firme y coherente para erradicar la coca ilegal es riesgoso e inaceptable la presencia de un ministro que primero firma de modo demagógico e inconsulto la llamada Acta de Tocache, como una vergonzosa capitulación ante los cocaleros ilegales; y ahora se permite anunciar, ante el mismo auditorio, que el Perú se retiraría de la Convención de Viena, lo que es un desatino mayúsculo. Es decir, que se dejaría en libertad para cultivar coca ilegal en el país, lo que es un exabrupto mayúsculo, que nos pondría en la lista de parias mundiales.Esto no debe pasarse por alto: luego del escándalo del primer episodio, lo sucedido ahora no puede calificarse como un acto de ingenuidad o simple error de redacción, sino parece más bien un desafío al Gobierno del que aún forma parte, al que desacredita y debilita otra vez. Incluso, con estas actitudes, podría hacer pensar a algunos que está favoreciendo el lado oscuro del narcotráfico.Como la vez pasada, el presidente del Consejo de Ministros, Jorge del Castillo, ha tenido que salir al paso para corregir el desvarío y señalar que se trataría de "un error de redacción".Las preguntas inevitables son: ¿Cuántos errores más de redacción tendrá que corregir el Gobierno? ¿Cuánto más puede desgastarse el régimen simplemente por mantener en el cargo a alguien que ha demostrado suma incompetencia e irresponsabilidad? ¿Podemos darnos el lujo de dar estos mensajes de debilidad a las mafias de narcotraficantes que son los cómplices privilegiados de los cocaleros ilegales?Por todo ello, aunque El Comercio no es proclive a pedir renuncias de ministros, reiteramos nuestra posición de que el ministro Salazar debería dejar el cargo, para asegurar la unidad del Gabinete y la legitimidad de la lucha antidrogas, que está en un delicado punto de inflexión.