Si el Gobierno pensó que sacrificando a un peón (léase la renuncia del ministro del Interior) salvaría al rey (el presidente del Consejo de Ministros), no calculó bien su jugada, pues la oposición arremetió con sus alfiles, torres y caballos en busca de un ansiado posible jaque mate (la censura de Carlos Ferrero).Esto quedó en evidencia durante el debate vespertino del pleno cuando la palabra 'censura' no solo estuvo en boca de todos los que intervinieron, ya sea para rechazarla como para defenderla. Pero resaltó más todavía en el documento presentado ante la Mesa Directiva (pasadas las once de la noche) y que formalizó el pedido de la oposición (con 35 firmas) para censurar a Ferrero y al ministro de Defensa, Roberto Chiabra.En medio de todo hubo coincidencias, como la de condenar al grupo violentista que originó los hechos en Andahuaylas y asesinó a cuatro custodios del orden. Asimismo, se destacó por unanimidad la acción de la policía.