Que Dios es peruano ya lo sabíamos. Pero ignorábamos que también fuese minero. No de otro modo se explica que la huelga de cinco mil mineros terminara de modo tan apacible, racional y civilizado, sin invasiones ni apedreamientos, como personas racionales que discuten y se ponen de acuerdo. ¿A quién le debemos el milagro...? Pero no nos quedemos muy tranquilos o confiados. La minería -como el petróleo, el gas, la pesquería y casi todas las industrias extractivas- está sentada sobre un polvorín, siempre a punto de estallar. Hace algunos días, la defensora del Pueblo, doctora Beatriz Merino, acudió al Congreso para realizar la presentación del informe extraordinario Los conflictos socio-ambientales por actividades extractivas en el Perú, extenso y minucioso trabajo, realizado por investigadores neutrales, que muestra la precaria situación en la que operan las empresas extractoras, y en especial la minería. Su exposición tomó una hora y fue aplaudida por el Congreso en pleno. El trabajo de la Defensoría (que no se sabe por qué no ha merecido ni difusión ni comentarios en los medios de comunicación) demuestra por ejemplo cómo " Los conflictos socio-ambientales han precipitado la suspensión de operaciones de algunos proyectos mineros, por falta de garantías y seguridad, lo que ha generado postergación del calendario de inversiones, pérdida de oportunidades para la generación de trabajo y anulación de mayores ingresos para la región... A juicio de la Defensoría del Pueblo, resulta evidente que todo el Perú ha perdido a causa de estos conflictos: las comunidades locales y campesinas, las empresas privadas, la sociedad y el Estado. Esta situación es insostenible y debe cambiar". Dramático descubrimiento: la Defensoría informa que el prestigioso Instituto Fraser del Canadá, que desde hace diez años realiza encuestas anuales sobre actividad minera en 65 jurisdicciones del mundo, situaba al Perú en el primer puesto de 64 como "potencial minero" en el año 2005. Para el presente año, el Perú ha caído al puesto 22 del índice de las minerías analizadas. ¿A qué se debe este descrédito internacional? A muchas y variadas causas, según el informe: debilidad institucional y desatención del Estado; pérdida de confianza de los sectores socialmente postergados en las promesas que reciben; dispersión y desorden en la actividad del Estado en sus funciones ambientales; debilidad institucional y reducido peso político en el Sistema Nacional de Gestión Ambiental; ignorancia oficial de los crudos impactos a la salud de las poblaciones; la alarmante falta de aprobación u obsolescencia de los estándares de calidad ambiental y los límites máximos permisibles, muchos de los cuales son insuficientes o desfasados; ... y siguen causales."Traigo a la representación nacional -dijo la defensora del Pueblo- la voz de un comunero, que resumió las necesidades y anhelo del pueblo peruano en esta frase: Nosotros escuchamos por los ojos", señala Luis Rey de Castro.