Bien podría decirse que el presidente de la región Lima fue por lana y salió trasquilado. Su desafortunada y belicosa propuesta de observar la Ley 28374, que permite la construcción de la planta de licuefacción de Camisea, ha merecido el rechazo no solo del empresariado en general , sino del Apra, su partido.No era para menos. En el colmo de los absurdos y so pretexto del archivamiento de la Ley de Límites, Mufarech exige la inconstitucionalidad de la norma que facultó a la empresa Perú LNG a iniciar la construcción de la planta. En otras palabras, boicotear la distribución del gas a Lima.Inicialmente se allanó a firmar los acuerdos que terminaron con el conflicto limítrofe entre Cañete y Chincha -que impedía echar andar el proyecto gasífero-, pero luego poco le importó cambiar de actitud y plantar una desatinada propuesta que afecta el avance de Camisea. Tampoco le importó que su partido, a través de la Comisión Pro Inversión, haya sido una de las principales fuerzas políticas impulsoras de la negociación.Es una lástima que cuando se requiere autoridades preocupadas por el bienestar de la comunidad, surjan estos caprichos politiqueros que pueden petardear una inversión y perturbar la estabilidad que exige proyectos de gran aliento.Bien que el Apra llame a disciplina a su correligionario. El país no necesita de líos partidarios ni escopeta de dos cañones que elevan la desconfianza en la clase política.(Edición sábado).
- [El Comercio,Pág. A 4] /