Las personas, naturales o jurídicas, contribuyen al bienestar del país pagando Impuesto a la Renta durante todo el año y regularizando en marzo. Este impuesto existe siempre y cuando haya renta, es decir cuando los ingresos que reciba una persona sean mayores que sus egresos y el impuesto es un porcentaje de esta diferencia. De este dinero vive el Estado. Con este dinero se construyen carreteras, se hacen hospitales, se asegura la educación, se brinda seguridad, se pagan deudas y se mantiene el aparato estatal. El país crece cuando a las empresas les va mejor y los ingresos por Impuesto a la Renta aumentan. Lo mismo pasa cuando a los particulares les va mejor pues ellos también contribuirán en mayor medida con el fisco. El gobierno central recibe estos recursos y los administra, cubriendo los presupuestos de diversos pliegos y trasladando por mandato legal parte de estos ingresos a terceros. El presidente de la Sociedad de Minería, Isaac Cruz, informó que el sector minero pagó como Impuesto a la Renta 7,180 millones de soles en el año 2006, un 66% más que el año anterior. Esto quiere decir que las empresas mineras tuvieron importantes ingresos luego de deducidos sus gastos. La mitad de este dinero permanece en el Tesoro Público y el resto, más de 3,590 millones de soles, se traslada a las regiones en calidad de canon minero. Este dinero se reparte a su vez entre ellas en base a una fórmula que toma en cuenta variables como población, pobreza y necesidades básicas insatisfechas.Este año las regiones productoras de minerales tendrán mucho dinero para gastar en proyectos de inversión pública. Sin actividad privada no hay dinero que entregar a las regiones, pero sin gobiernos regionales eficientes tampoco habrá una redistribución adecuada de la riqueza y el dinero producto del canon no mejorará la vida ciudadana. No estamos frente a un problema de falta de recursos, curiosamente es un problema de gasto. El sector privado y el Estado deben trabajar juntos, pues para los ciudadanos ambos son parte de la ecuación que mejorará sus vidas: una inversión privada eficiente que genere recursos públicos y un gasto estatal eficaz que responda a las verdaderas necesidades ciudadanas. El Estado y los privados son socios frente a los peruanos y ninguno se puede abstraer de esta realidad. Pero nos falta entenderlo así y trabajar en conjunto para asegurar en el tiempo mayores recursos y un gasto eficiente. No hacerlo así sería el más grande de los errores, señala Cecilia Blume.