El reciente viaje del presidente Alan García a Estados Unidos tiene un especial valor pues ha llevado a doblar una esquina clave en el proceso de ratificación del tratado de libre comercio.Si bien es cierto que la reunión con George W. Bush fue básicamente el encuentro entre dos socios defensores del TLC, las diversas citas con influyentes legisladores demócratas, como Charles Rangel, Sander Lavin y Nancy Pelosi, constituyeron un reto persuasivo para el mandatario. Las respuestas iniciales de los desconfiados miembros de la Cámara de Representantes han sido hasta ahora alentadoras y despiertan expectativas más convincentes.Esta diplomacia presidencial, que evidencia un firme compromiso de García con la causa del TLC, no traerá instantáneos y milagrosos resultados, pero de hecho impulsa la corriente a favor y acerca posturas encontradas entre demócratas y republicanos estadounidenses. Esto es crucial en el compás de espera de las próximas semanas, cuando los representantes de ambos partidos deben tomar una decisión definitiva en el seno del Capitolio. Finalmente, lo que queda claro es que el TLC ha quedado en el centro de una dura lucha de poderes en el Congreso estadounidense, a veces tan cerrada que no permite el desarrollo de una visión más ancha respecto de los intereses latinoamericanos. (Edición sábado).