La congresista Elsa Canchaya sigue siendo una caja de pandora. Ayer llegó cinco minutos antes de las tres de la tarde a la Comisión de Ética, donde debía explicar las razones por las cuales había contratado a su empleada doméstica, Jacqueline Simón Vicente, una joven con quinto de secundaria, como su asesora con un sueldo de 4,697 soles. Llegó a la sala adonde había sido convocada antes de que llegara la prensa. Se encerró en un pequeño ambiente con lunas polarizadas donde se registran las grabaciones de las audiencias.Allí permaneció por espacio de 30 minutos. Por momentos dialogaba con su asistenta. Cuando algunos reporteros repararon dónde se ocultaba, no vacilaron en hacer sus tomas. Sin embargo, el presidente de ese grupo de trabajo, Luis Galarreta (UN), instó a los periodistas a que la dejaran tranquila. "Ya va a salir. No se preocupen", dijo.