DILEMA DEL PRISIONERO
10 de abril de 2007

La oposición sigue tratando de reunir los votos para interpelar a Jorge del Castillo por el nombramiento indebido de Alberto Pandolfi. Si lo consigue, estará en debate la censura del premier, lo cual significa una decisión sumamente compleja pues hay mucho en juego en ella.Por un lado, están las consecuencias que traería el dejar pasar por alto lo que constituye una infracción constitucional. En política se debería actuar -siempre- de acuerdo con principios que no cambien en función de quién es la persona. Desde este punto de vista, daría lo mismo si se trata de un ministro inepto o intrascendente, o si es alguien valioso para el gobierno y el país. Acomodar los principios según la persona sería un precedente lamentable que obligaría, luego, cuando se presente algún otro caso de infracción constitucional, a hacerse de la vista gorda. De acuerdo con este enfoque, Del Castillo debería ser censurado si se comprueba la infracción durante el debate parlamentario, porque, para decirlo de un modo simple, la Constitución no está hecha por gusto.Por el otro lado, no se puede perder de vista en este embrollo que la eventual censura del premier sería una fuente de inestabilidad política en el país y un grave perjuicio para el gobierno. En principio, la caída de Del Castillo arrastraría a todo el Consejo de Ministros por su condición de presidente del mismo. Pero no solo está en juego el futuro del gabinete en su conjunto, sino la contribución específica del premier a la gestión gubernamental. Su comportamiento de los últimos días, luego del escándalo por el nombramiento de Pandolfi, ha sido contradictorio y agresivo con quienes no lo respaldan, lo cual contrasta con lo que ha sido su actitud antes del mismo, y quizá se explique por el grave problema en que se ha metido. A pesar de ello, Del Castillo es hoy en día la mejor figura que el Apra puede aportar a la gestión pública, y su desempeño ha sido en general muy positivo. Difícil decisión la que tienen por delante los congresistas. Hacer cumplir la ley o despedir a un buen ministro, señala el director de Perú 21, Augusto Álvarez Rodrich.