¿Hasta dónde puede llegar la ceguera y obcecación de una cúpula dirigencial que insiste en privilegiar su ideología y sus gollerías antes que una auténtica defensa gremial orientada a mejorar la calidad de la educación nacional?La pregunta es inevitable ante el lavado de cara que ha sido la elección del nuevo Comité Ejecutivo Nacional del Sutep, en el que figuran varios de los mismos dirigentes que manejan arbitraria y politizadamente el sindicato hace décadas. Como secretario general aparece Luis Muñoz, quien hasta ahora fue el brazo derecho de Caridad Montes, la que permanece en el CEN, pero ahora como secretaria de relaciones internacionales.Los modos siguen siendo los mismos, autoritarios y obsoletos, y el discurso también, confrontacional y politizado. Contra lo que manda la lógica democrática y proponían algunos dirigentes, se dejó de lado el sistema de "un maestro, un voto"; y se persistió en el controvertido sistema de elección por delegados. Todo ello con una lista única, a la más clara usanza prosoviética. Luego, de inmediato, ha surgido la amenaza del fantasma de la huelga, sin analizar propuestas y sin aceptar el mea culpa al que los debería llevar la situación actual.Cuando el Gobierno y el ministerio respectivo se han embarcado seriamente en un plan nacional de reforma y renovación del sistema educativo, que la mayoría ciudadana aplaude, el Sutep parece vivir en otra realidad mirando al pasado y siguiendo las consignas de un partido radical, como Patria Roja.Por lo mismo, corresponde a los centenares de miles de maestros entender que son engranajes básicos del sistema y deben ser respetados y actualizados profesionalmente. Pero, para ello, tienen que recuperar su dignidad y razón de ser, promoviendo medidas de cambio gremial desde adentro. Si la cúpula del Sutep es ajena al interés nacional, pues podría alentarse la formación de otros sindicatos de docentes y reforzar la labor del Colegio de Profesores.