HASTA AQUÍ NOMÁS
4 de enero de 2005

La ineptitud de nuestra clase dirigente es desesperante. El Perú vive un violento acto de sedición impuesto por un asesino uniformado de reservista -que actúa así, disfrazado, como signo de debilidad en su afán por imponer ideas primitivas- quien esta vez ha tomado el cuartel de la Policía de Andahuaylas matando a cuatro valerosos policías y pidiendo la remoción del inepto presidente Toledo. Frente a tamaño atentado la clase dirigente peruana se limita a repetir modales cursis envueltos, a la palabrería hueca cargada de medias tintas, a resquemores y términos tibios. En vez de hablar con voz clara, fuerte, sin remilgos ni mucho menos temores, ajena a ese tono acomedido que gusta envolver la realidad en una temerosa terminología indeterminada. Y, claro, nuestra dirigencia decimonónica -que abarca desde la primera magistratura del país pasando por congresistas, ministros, jueces, medios de comunicación, organizaciones empresariales y gremiales, etc.- defiende un solo principio: mantenerse en el poder como corcho en la cresta de una ola.Pero ha llegado el momento de enfatizar con energía un hasta aquí nomás. Estamos de acuerdo en que las formas constitucionales y democráticas deben ser respetadas dentro de lo que se conoce como estado de derecho. Sin embargo, la manera como el obsoleto establishment interpreta esas formalidades es absolutamente repugnante. Porque considera -sin razón alguna- ostentar el monopolio del sistema político, económico y social imponiendo por ello su criterio como el único que puede y debe prevalecer para que 28 millones de borregos acatemos sus pueriles criterios. No obstante, ese mismo establishment esconde bajo la alfombra, una dosis sideral de corrupción, mediocridad, compadrería, y sobre todo obsolescencia de ideas y acciones, algo que aborrece el país.Con motivo de los punibles sucesos de Andahuaylas los portaestandartes del establishment pretenden culpar de todo a Toledo. Pretenden así olvidar aquel monumental error que cometieran el año 2001 imponiéndonos un remedio quizá tan nefasto como la enfermedad: Toledo en vez de Fujimori. Y ahora -en plena decadencia del sistema político- para desviar la atención reviven otro foco de su fracaso: el llamado Acuerdo Nacional, un ente burocratizado que -cual club elitista al que sólo accede el establishment- debate las mismas ideas inservibles que escuchamos hace un lustro, que en rigor no funcionan al momento de ponerlas en práctica en un país socialmente en convulsión como el nuestro. Y menos aún para solucionar el caos político actual.No, señores del establishment. Están todos ustedes diametralmente equivocados. El Perú ya no es el mismo, Esta vez el país ya no los soporta ni escucha más. Nueve de cada diez peruanos repudian al actual régimen y desprecian los partidos políticos. Es probable que otro tanto considere que la única salida política y social va por el camino de un enfrentamiento extremo con el extenuado sistema representado hoy por el irresponsable gobierno toledano. Inclusive la mayoría apoya la inmediata remoción del presidente de la República, como se escucha por los medios cada vez que estos abren los micros a sus oyentes. El Perú es, pues, un caldero y el establishment ni se ha dado cuenta de que está a punto de explotar. Cree que el país aguanta más ebullición.Estamos entonces ante una realidad preocupante, en medio de una coyuntura de zozobra creada por un pelele incapaz siquiera de expresarse con propiedad y quien sólo exhibe una elemental -pero eso sí efectista- prédica anti establishment. Y ese es el único mérito de este subversivo responsable hasta hoy de cuatro muertes: haber sabido enfilar sus baterías contra un sistema fracasado, decrépito, inservible llamado el gobierno de Toledo, al que el país repudia. Pero no olvidemos que este gobierno en rigor fue impuesto por ese mismo establishment que decidió acabar con el fujimontesinismo a cualquier precio. Inclusive al entronizar a un inepto y empírico como Alejandro Toledo. Aunque es cierto que el país salió de un mal gobernante que fue tiranizándose y corrompiéndose a partir de su desesperación por ser reelegido indefinidamente.Sin embargo allí no queda la irresponsabilidad de la clase dirigente criolla, pues a pesar de evidentes actos de corrupción de este régimen -que van desde las firmas falsificadas para inscribir al partido toledista hasta la grosera manipulación de la justicia a través de un vocal supremo para que el Mandatario desconozca a su hija, tan sólo por citar dos ejemplos- la respuesta de esta casta ha sido siempre la misma: así es la democracia y apréndanlo bien: ustedes votaron por Toledo así que tienen que soportarlo cinco años. No importa que el país se venga abajo; y que con ello precisamente la ciudadanía pierda credibilidad en el sistema democrático; o que por culpa de Toledo el hombre de la calle repudie el orden constitucional; o finalmente que insurgentes de dos por medio como los Antauros -que crecen como hongos- se conviertan en opción p

  • [Expreso,pág. 2]
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