La reciente resolución del Tribunal Constitucional en torno a la restricción de la inmunidad parlamentaria resulta saludable y vigoriza el principio de que todos somos iguales ante la ley.Esto pretendía ser negado con la acción de inconstitucionalidad interpuesta por el 25% del número legal de miembros del Congreso liderados por Javier Valle Riestra, al pretender blindar y hacer impune a cualquier congresista frente a un proceso penal pendiente iniciado aún antes de su elección. Aceptar semejante pretensión jurídica sería confundir inmunidad con impunidad.Un gran ejemplo que nos legó el gobierno transitorio del presidente Valentín Paniagua, de que para la justicia no hay intocables, fue el histórico proceso que encarceló a los más altos mandos militares que participaron en la corrupción de la década del 90.Los parlamentarios deben comprender que el mejor antídoto para su mala imagen es trabajar y dar ejemplo. Arremetidas legales, como la fallida acción ante el TC, los hacen ver como una élite que busca volver a los perdidos y vergonzantes privilegios de casta.