LOS CLANES DOMINAN AHORA EL TRÁFICO DE COCAÍNA EN EL VRAE
25 de febrero de 2007

En febrero, los caminos que unen las comunidades del valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE), en el límite de la selva ayacuchana y cusqueña, son unas borrosas y zigzagueantes trochas de lodo trastocado. La lluvia y los cerros talados desfiguran aquel paisaje donde el número de grifos excede el de escuelas y postas de salud, pronosticando un intenso y perverso tráfico no solo vehicular. La venta de combustibles es uno de esos paradójicos negocios a los que les va bien --tanto como a quienes venden mochilas-- en una zona con pobreza extrema y deserción escolar. El próspero comercio de plaguicidas para la hoja de coca confirma el pronóstico anticipado: los tres negocios más emergentes del valle sintetizan uno de los mayores traumas del país: el narcotráfico.El VRAE es verde y marrón como una hoja de coca seca. La distancia que lo separa de Huamanga se podría calcular en base al número de vueltas, ascensos y descensos que da un vehículo a los cerros antes de llegar a San Francisco, la puerta de ingreso al valle que --según la ONU-- produce ocho veces más plantas de coca que otras cuencas, como el Huallaga. Esta productividad lo ha convertido en el mercado predilecto de los cárteles más importantes del narcotráfico, sobre todo de los mexicanos. La Dinandro estima que esta zona puede ofertar hasta 200 toneladas de cocaína y pasta básica cada año (Devida, empero, estima la producción en 104 toneladas). El comprador principal sería el cártel de Tijuana.(Edición domingo).

  • [El Comercio,Pág. A 8]
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