Es reconfortante y esperanzador el amplio respaldo que la ciudadanía otorga a la política educativa del Gobierno, que ha sido firme y coherente, sobre todo para superar el duro escollo que representa la dirigencia politizada e intolerante del Sutep.Según la reciente encuesta de Apoyo, la mayoría de la población (84%) respalda las acciones gubernamentales para lanzar la reforma educativa y demanda (71%) que se concentre más recursos en este sector. En coherencia con ello, la popularidad del ministro José Antonio Chang (41%) es una de las más altas del Gabinete.¿Por qué recordamos esto? Pues porque si bien se ha puesto las bases para la ansiada reforma educativa, aún hay que lidiar contra los manotazos de una cúpula que se niega a perder sus privilegios y no repara en el enorme daño que causa a los alumnos, que debiesen ser el objetivo primario de su noble misión educativa. Y de esto se ha dado cuenta la mayoría ciudadana, que debe seguir prestando su apoyo para denunciar las tropelías y abusos de unos cuantos miembros del Sutep contra el futuro de sus hijos.Lo último en todo ello ha sido el absurdo anuncio de una huelga, para lo cual esperan oportunistamente el inicio de clases. Como bien lo ha dicho el ministro y lo hemos reiterado aquí, no está en discusión el derecho constitucional a la huelga y el pataleo. Sin embargo, en la coyuntura presente, no hay razones para ello, salvo la intolerancia del Sutep, que se opone a la evaluación y a cualquier cambio que interpretan como una pérdida de poder y gollerías.Por lo mismo, ante el anuncio de una huelga inmotivada, saludamos la rápida reacción del Gobierno para declarar la educación un servicio público básico esencial y señalar que si se concreta la huelga, las labores docentes serán asumidas por maestros sustitutos, jubilados, bachilleres y otros que sí quieran trabajar. Aparte de salvar la continuidad de las clases para los niños, se está enviando otro mensaje al Sutep: hay muchos profesionales motivados dispuestos a trabajar y podrían hacerlo bien, si son capacitados adecuadamente. El reino del terror del Sutep no debe continuar. Requerimos maestros aplicados dispuestos a mejorar la calidad de su trabajo, en torno a un plan nacional educativo dirigido por el Gobierno y no supeditados a los caprichos de dirigentes sindicales ideologizados y trasnochados.