La pita se rompió por el lado más débil. La ministra del Interior, Pilar Mazzetti, cerró ayer una controvertida semana en la que no solo se resistió a renunciar pese a que el Gobierno le quitó su confianza públicamente -por la controvertida compra de los patrulleros para la policía-, sino que terminó destituyendo a los funcionarios que días atrás había defendido ardorosamente, entre ellos a dos profesionales de su absoluta confianza, que habían trabajado con ella en el Ministerio de Salud. Los rumores sobre su posible renuncia -que algunos presagiaban desde mediados de la semana- se incrementaron ayer por la mañana, cuando Mazzetti se reunió durante dos horas con el presidente Alan García. A su salida, no quiso hacer declaraciones a los periodistas. Sin embargo, voceros de prensa de Palacio de Gobierno adelantaron que el ministerio planeaba emitir un comunicado público en las horas siguientes.