Saludamos que el presidente Alan García haya invitado públicamente a los líderes de la oposición a presentar sus opiniones y propuestas en la sesión del Consejo de Ministros que este miércoles debatirá los proyectos de reforma del Estado.Se trata de una iniciativa pertinente y necesaria para la gobernabilidad. Y no solo por la envergadura de los cambios propuestos, para cambiar el perfil, el tamaño y hasta la vocación misma del Estado anquilosado. Históricamente, muchos gobiernos prometieron esta reforma, pero finalmente se avanzó muy poco.Hay también razones prácticas y de principio: antes que nada, un asunto tan complejo puede y debe ser enriquecido con los aportes de las diversas fuerzas políticas de todo el país. Estas tienen la oportunidad de señalar su apoyo a lo que consideran pertinente para, una vez consensuado, aprobar en el Congreso las modificaciones legales y constitucionales necesarias. Claro que también da la opción de marcar distancias. Podría decirse que el éxito de una reforma tan esperada está ahora en la cancha de la oposición. Los partidos tienen la prerrogativa de pensar como crean conveniente, pero a lo que no tienen derecho es a pasar por alto el interés nacional. Se trata, por lo demás, de una reforma que obedece a una política aprobada ya en el seno del Acuerdo Nacional. Por lo mismo, esperamos que el Gobierno y los políticos invitados respondan a la altura de lo que el país espera de ellos.